lunes, 29 de abril de 2013

COMENTARIO DE ALORA, LA BIEN CERCADA



    Alora, la bien cercada



Álora, la bien cercada,
tú que estás en par del río,
cercóte el Adelantado
una mañana en domingo,
de peones y hombres de armas
el campo bien guarnecido;
con la gran artillería
hecho te habían un portillo.
Viérades moros y moras
todos huir al castillo;
las moras llevaban ropa,
los moros harina y trigo,
y las moras de quince años
llevaban el oro fino,
y los moricos pequeños
llevaban la pasa y el higo.
Por cima de la muralla
su pendón llevan tendido.
Entre almena y almena
quedado se había un morico
con una ballesta armada,
y en ella puesto un cuadrillo.
En altas voces decía,
que la gente había oído:
-¡Tregua, tregua, Adelantado,
por tuyo se da el castillo!-
Alza la visera arriba,
por ver el que tal le dijo;
asestárale a la frente,
salido le ha al colodrillo.
Sacóle Pablo de rienda,
y de mano Jacobillo,
estos dos que había criado
en su casa desde chicos.
Lleváronle a los maestros
por ver si será guarido.
A las primeras palabras
el testamento les dijo.


Tema: un trágico engaño
Métrica: Se trata de un romance donde los versos pares riman asonantemente en –i, -o.
Figuras literarias.
Prosopopeya: Tú que estas en par del río
Hipérbaton: de peones y hombres de armas…..guarnecido el campo, el testamento les dijo
Paralelismo: las moras llevaban ropa..., y los moricos pequeños llevaban la pasa y el higo.
Encabalgamiento: 


Comentario personal.
               El poeta inicia el romance dirigiéndose a la ciudad de Álora para describirnos la situación en que vive en ese momento: cercada por los cristianos, que han abierto una brecha en el muro, ve como los civiles abandonan ésta con sus enseres. Un muchacho, desde una almena, consigue, a punto de entrar el adelantado en la ciudad,  llamar la atención de este, que, imprudentemente, levanta la visera del casco y permite que, traicioneramente, le clave una saeta el morico. Mortalmente herido, lo llevan al campamento, en donde muere.
               Este breve episodio, lleno de plasticidad, constituye un acierto poético acentuado por la rapidez impresionista de la descripción, el diálogo y la narración. El poeta ha sabido reducir al mínimo los detalles para quedarse con lo más significativo de la historia. La emoción que despide su recitado  se fundamenta en la concentración de contrastes que concurren. Un joven morito, que lo tiene todo perdido, y un experimentado general que se deja engañar por aquel. Lo laureles de la victoria conseguida que esperan al general se truecan en muerte aciaga. Es en este cambio de la muerte donde radica la fuerza emotiva del poema.

No hay comentarios:

Publicar un comentario